Hubo
un tiempo en el que los dinosaurios vivían
en las Ramblas. No se faltaba a la liturgia de ir Rambla arriba y Rambla abajo caminando
en compañía de anónimos paseantes. El vermut de los domingos en la plaza Real
era un rito que cumplía todo hijo de vecino y cualquier noche podía salir el sol entre Atarazanas y Liceo.
Una de esas noches en el café de la Ópera hice éste dibujo de un dibujo. Fuera, siguiendo la norma, la fiesta estaba en pleno apogeo. Toda la variopinta fauna del rrollo barcelonés, estrenábamos la libertad.
Una de esas noches en el café de la Ópera hice éste dibujo de un dibujo. Fuera, siguiendo la norma, la fiesta estaba en pleno apogeo. Toda la variopinta fauna del rrollo barcelonés, estrenábamos la libertad.